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Ningún presidente lo había hecho:
Puso esculturas de Buda en su escritorio e hizo ritos esotéricos en sus despachos oficiales para sacar la “mala onda”.
Bailó en balcón de la Rosada, sentó a un perro en sillón de Rivadavia y lo fotografió, para subir esa foto a Internet
Eliminó los cuadros de San Martín y Belgrano, así como otros próceres, de la casa de gobierno
Fotografió sus mocasines puestos, en su despacho, para subir la imagen a Instagram.
Y Todo esto lo hizo en horario laboral y en su condición de presidente de la Nación.
Abel Basti