Se habló y se habla en todos los espacios del cruce entre el periodista Brancatelli y la referente social Margarita Barrientos, no obstante siempre se desvía la atención hacia lo secundario, que es el tono inquisitivo en el que pregunta Brancatelli, cuestiones tan simples como “¿que medidas cree que ha tomado Macri, que favorezcan a usted o a las personas a las que usted ayuda?”
Margarita Barrientos en ese momento, contesta con evasivas, porque no encuentra ninguna respuesta concreta para darle. Pero hete aquí el quid de la cuestión. El problema no radica, en que Barrientos no pueda responder. Porque en definitiva no se puede sacar aceite de las piedras, podríamos poner en su lugar a cualquier persona con 5 Posgrados en ciencias políticas o económicas y tampoco podría dar una sola respuesta coherente, porque en definitiva el gobierno no ha tomado una sola medida en ese sentido. Así de simple.
Pero lo realmente grave de esta situación, es la encarnizada defensa que inmediatamente acciona esa especie de “Armada Brancaleone” que no tiene mejor idea que denostar a la categoría de idiota, incapaz e ignorante, a quien teóricamente era su defendida. Con expresiones del tipo “vos no le podés preguntar eso a Margarita…” o “Ella es una Luchadora Social no tiene porqué saber de política…”
Y esto revela el hueso mas profundo de la filosofía PRO.
Por un lado los cruzados. Los preparados, los que tienen voz y voto, los que “están por arriba” social, moral y éticamente, que son capaces de denostar a quienes le son útiles, porque en su concepción ideológica, los mismos están confinados a una función específica y no están preparados ni autorizados para valerse por sus propios medios en un debate político.
Lo ocurrido es lamentable, por soberbia y por misoginia, porque en la praxis política, Margarita Barrientos, supera por años luz al coro de impresentables que humillaron a una dirigente social, para tapar con basura, la ausencia de argumentos y asumir como propia la indecencia de defender lo indefendible.
Daniel Arce