La Michetti cada vez más complicada. Ayer continuaron las declaraciones de los testigos que aportaron los abogados de la vicepresidenta a la causa. Y las primeras testimoniales son puras malas noticias para Gabriela Michetti, ya que muestran serias inconsistencias y contradicciones sobre el origen de los fondos sustraídos en su domicilio.
La semana pasada dieron inicio a la ronda de declaraciones, uno de los primeros en presentarse fue el contador del novio de la vicepresidenta, el cual se refirió al préstamo de los 50.000 dólares sustraídos del placard de Michetti y que presuntamente Tonelli le prestó a su pareja para que su hijo realizara una maestría en el exterior, aunque aún no tenían definido en dónde ni cuál. Dario Omar Brandi, tal es el nombre del profesional, dijo desconocer el origen de esos dólares, ni tampoco estuvo presente en el acto de entrega, no tiene ningun recibo, y lo más importante para él era la devolcuión del dinero.
Luego le tocó el turno al contador de Michetti, Marcelo Dominguez, y este tampoco fue muy útil a la hora de echar luz sobre el tema, dijo: “No sé si la deuda fue documentada. Cuando ayudé en la confección de la declaración jurada del período 2015 es cuando yo reflejo la deuda , pero fue básicamente en base a lo que me decía Gabriela de la deuda que tenía con Juan”.
También fue consultado en su carácter de aportante a la fundación SUMA, y al respecto declaró haber entregado a la hermana de Gabriela, Silvia, un sobre conteniendo 10.000 pesos en efectivo, aporte que tampoco fue documentado, ya que le prometieron un recibo en un futuro que nunca se efectivizó. Dicha donación, según el propio aportante, tendría como destino ayudar a una casa que está frente a la cárcel de Devoto a la que van las esposas de los presos, otra inconsistencia, ya que según la vice, el dinero sustraído era para solventar los gastos de la cena de fin de año de la fundación.
Luego declaró el arquitecto, amigo personal de la infancia, encargado de realizar las refacciones en el departamento de Gabriela. En su testimonio, Raposo confirmó que la obra tuvo un costo total de entre $100.000 y $150.000 y que tuvo una duración de dos meses y una semana. Cuando lo consultaron acerca de las facturas de la obra, respondió que tendría que revisar si le queda algo de eso, ya que habitualmente los tira para no acumular (SIC). Sus honorarios también los cobró en efectivo, 15.000 pesos, pero que no hubo documentación respaldatoria “debido a la confianza que tiene con la funcionaria” (en negro, bah, así no tiene que pagar impuestos)
Se suponía estos testigos eran los que iban a venir a ayudarla y le fue así, no me imagino cuando aparezcan los que vayan en contra.
En los pasillos del juzgado, ya se escucha hablar de procesamiento por lavado de dinero. No es moco de pavo, gente. Que los medios de la alegría lo escondan no quiere decir que no sea gravísima la situación. Nuestra tarea es difundir.-
Patty Mariño issler