Lamentáblemente es una noticia que ya no sorprende. No tiene la magnitud en cifras necesaria para que “los medios mas importantes” se ocupen del tema, pero esos 50 trabajadores de TANDANOR, con nombres y apellidos. No son cifras estadísticas, son familias Argentinas que fueron a parar a la calle, con sus sueños, con sus historias y su estabilidad. Son tragedias descomunales en cada uno de los casos, pero la sociedad parece estar anestesiada, en el mismo sopor en el que sindicalistas aguerridos y combativos que paraban la planta reclamando por “ganancias” y que hoy miran para otro lado, obedeciendo vaya a saber a que mandatos de conciencia o de bolsillo.
No hubo grandes desmanes, quizá intimidados por la presencia de las infaltables fuerzas de choque, enviadas por el gobierno para atenuar a garrotazos y balazos de goma, cualquier disturbio que pudiere producirse por parte de quienes pierden derechos, libertades o derechos constitucionales.
El #Cambio prometido ha llegado. “El segundo semestre” quedó atrás, sin demasiado desencanto, como cuando le avisamos a un chico ya crecido, que Papá Noel era mentira.
Porque en el fondo, ese niño siempre supo que no existía. De esa manera, en el inconsciente, todos sabían que “la campaña del miedo” no era tal, pero hubo una fuerza interior que que fue mas grande, esa misma fuerza que hoy convierte en cómplices a quienes con su silencio y omisión, son los accionistas del hambre de nuestros pibes. Son los partícipes necesarios, de un regimen perverso y ruin, que si los ciudadanos bien paridos no tenemos los cojones de detenerlos a tiempo, con los medios que resulten necesarios, terminarán en una tragedia que lamentaremos nosotros y nuestra descendencia toda.
Daiel Arce