Otra vez. Otra muerte que pudo haberse evitado. Un adolescente Julio Chavez Manases de 16 años de la comunidad wichi Pozo el Mulato del municipio de Santa Victoria en la provincia de Salta falleció en un colectivo. Desesperado y sintiéndose muy enfermo, se vio obligado a tomar un colectivo de línea a fin de poder recibir atención médica. Solo acompañado por su hermana Elvira, de 29 años, tomó el micro en su localidad y debía resistir el viaje de 6 horas hasta Tartagal para poder llegar a un hospital. La humanidad no le dio. Falleció ahí, sin acceder a la atención médica, sentado en su asiento, a medio camino.
Julio, de la etnia Wichí, padecía enfermedades producto de las secuelas de la desnutrición. Aagravada por la extrema pobreza y sufría malformaciones congénitas gastrointestinales. En su comunidad, atravesada por la pobreza y la miseria generalizada, no tienen una ambulancia, o un vehículo que pudiera trasladarlo con la premura que su vida necesitaba.
Elvira contó a los medios locales que juntaron el dinero del pasaje entre todos. Julio estudiaba en una escuela en Alto Sierra, había pasado a 8º año. Salió de su comunidad a las 3 de la madrugada y arribó a las 9 de la mañana a Tartagal sin vida. La empresa de transporte Pilcomayo no brindó ninguna ayuda. Fueron los otros pasajeros que con sus celulares llamaron al 911 para que se llevaran el cuerpito flaco y livianito del micro. También contó que debido a la extrema pobreza no consiguen un servicio fúnebre que lo traslade al lugar de origen. Tampoco un cajón. Los micros no trasladan cuerpos sin vida.
La Revista Norte de Salta publica que en la actualidad hay más de 2500 niños con precaria nutrición. El Ministerio de Salud de la Nación niega asistencia por diferencias políticas con el gobernador Urtubey. Y la ayuda social la distribuyen a través de organizaciones afines al macrismo.