Merced a la complicidad del gobierno Macrista con ese engendro pusilánime llamado CGT y usando obviamente como ariete predilecto al ala corrupta de la Justicia, encabezada por “Servilleta” Bonadío, ocurre que muchos (mayoría) de militantes kirchneristas partidarios algunos y silvestres en mayor número, quedaron entrampados en una convocatoria que no los representa y para peor de males, la dirigente incuestionable del Kirchnerismo, bajo línea derecho viejo y sin vueltas, como es su estilo.
Eso produjo una confusión muy importante, ya que los soldados, son mandados a abandonar en el campo enemigo a su generala de mil batallas y a pelear una guerra que si bien les pertenece, está comandada por generales traidores y ruines que no dudaron ni dudarán en apuñalar por la espalda a cualquiera que se interponga entre los trabajadores y sus ambiciones personales.
Dado este estado de cosas y para no caer en la “insurrección” o el “desacato” se podría aplicar una estrategia que pondría el fiel de la balanza nuevamente en el centro. La estrategia es simple y consiste en lo siguiente.
Concurrir a la marcha convocada por la CGT, portando una servilleta blanca, de tela o de papel, rollo de cocina para repartir también es bienvenido.
La servilleta blanca simbolizará claramente el repudio a Bonadío, quien se ganó el mote de “servilleta” por ser uno de los nombres que figuraba en la lista de genuflexos al menemismo en una servilleta que exhibió Juan Carlos Corach.
Son tiempos de política intensa donde el cocodrilo que parpadea es cartera, no participar es la peor estrategia y desobedecer a “la jefa” no forma parte del plan. Por eso quizá esta simple estrategia, con una plaza repleta de servilletas blancas al viento, marque no solo la cancha de los miserables, sino también sea un mojón histórico en el que el pueblo no se dejó doblegar y tomó las riendas de su destino, tal como lo pidió Cristina en su discurso del 9 de Diciembre de 2015