La señora, después de haber sido tildada de “opositora” “desestabilizadora” y no se cuantas sandeces más por los propios, aparentemente decidió disipar las dudas sobre sus simpatías políticas. En sus dos programas del fin de semana estuvo más gorila que nunca. El sábado arrancó eufórica con la marcha “opositora a la oposición”. Me resisto a llamarla “a favor de la democracia y las instituciones” o algún otro nombre que nos quisieron hacer creer. En fin. Y cuando recibió al talentoso actor decidió reivindicar las políticas macristas sin ningún tipo de argumento. Y ante la repregunta de Echarri, se quedó sin palabras. Sólo con una obcecada negativa.