En el programa más militante oficialista de la tele actual, uno de sus históricos panelistas y más ultrarrecontraoficialistas Pablo Vilouta tomó una buena cucharada de su propia medicina.
Acostumbrado como panelista a utilizar la chicana, los gritos y las descalificaciones como todo recurso “periodístico” contra cualquiera que ose molestar al amo, ayer, se tomaron la revancha por tantos que lo sufrieron Samid y Brancatelli.
Hasta sus habituales aliados de siempre, en vez de socorrerlo, se reían de su ofuscación. Muy alterado, amenazó con abandonar el programa, aunque ni siquiera se levantó de la silla y solo atinó a guardar su lapicera.