Te juro que no se si reírme o llorarme. Al parecer, el tal Centeno le da los cuadernos a una interpósita persona. Esa interpósita persona los fotocopia, y se los devuelve a Centeno.
El periodista accede a las fotocopias y se las presenta a Bonadío. Y luego de allanar, capturar, meter presos, citar a indagatoria, pedir desafueros y horas y horas de tv. etc, el periodista de La Nación publica unas imágenes de unos cuadernos que en teoría nunca tuvo sin aclarar que no son imágenes originales. Allanan la casa del chofer en busca de los originales y NO ESTÁN.
NO LOS ENCUENTRAN. Dice que cree que los podría haber quemado.
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