Lamento no saber su nombre. Desde sus cortísimos 12 años como mucho, se expresa mejor que muchos que cobran fortunas por sentarse a decir barbaridades en las bancas del Congreso.
Simple, directa, con la mirada limpia, nos cuenta porque está ahí, con su pañuelo verde, y que es lo que espera.
¿Como abandonar la lucha si ellas nos miran? Si ellas nos enseñan? Es para ellas.
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