¿Como contarte lo que se piensa cuando diste tus primeros pasos en una pieza con piso de tierra y el agua turbia y con mucho cloro se buscaba de una canilla comunitaria a una cuadra de distancia?
¿Cómo describirte el dolor de los músculos al llegar la noche por haber laburado de sol a sol como ayudante de albañil o ayudante de soldador, o de ayudante de pintor, o en un lavadero de autos?
¿Cómo te puedo transmitir esa ansiedad al caer la tarde, mirando el reloj cada tres minutos, pero no para ir a descansar, sino para ir a la nocturna con la esperanza de zafar de un destino de pobreza que pugnaba por pegarse a la frente como una maldición?
¿Cómo te explico ese vacío en la boca del estómago, cuando recibís el telegrama de despido?
¿Cómo puedo transmitirte el esfuerzo por no llorar frente a tus hijos, cuando tenés que decirle “no podemos” ante un pedido mínimo, cuando agachaste el lomo toda tu puta vida?
No tengo palabras para decirte tantas cosas, que ni siquiera sospechás que existen.
Explicarte Mauricio Macri que esa cosa que late a la izquierda del pecho, aparte de bombear sangre, tiene sentimientos, sufre, llora, se sobresalta, muere un poco cada día, cuando cruzamos la mirada con un hermano argentino, que merced a tu saqueo, cinismo e hijoputez cipaya, se suma como un numerito más a las tablas de las estadìsticas inhumanas y bastardas, confeccionadas por la miríada de hijos de la mierda, que se autoproclamaron “El mejor equipo de los ùltimos 50 años” y nos repiten desde los medios, como si fuésemos idiotas que no entendemos nada.
[the_ad id=”8904″]
El que nunca entendiò ni va a entender nada màs que contar, lavar billetes mugrientos sos vos Mauricio Macri. Vos y tu maldita caterva de ladrones y adulones a sueldo.
Dani Arce
– Advertisement –