Inagotables horas de televisión radio, y ríos de tinta, debatiendo sobre la relación inflación y emisión, en la que encontramos por un lado a los sagrados discípulos de Adam Smith (mayoría mediática liberal) que ya no doctrinariamente, sino que lo han convertido en un tema teológico, no susceptible de cuestionamiento alguno, y por el otro una troupe de titubeantes e impávidos progresistas, defensores de una “multicausalidad” del fenómeno.
Las preguntas que debemos hacernos
En argentina ¿la inflación ha aumentado en períodos de alta emisión? La respuesta es SI.
¿La inflación ha disminuido en períodos de baja o nula emisión? La respuesta es NO.
¿Entonces que es lo que provoca la inflación?
La respuesta por obvia está oculta delante de nuestros ojos, y consiste en una convención de TODOS los actores económicos. ¿Y cual es esa convención? respuesta: La convicción de que la emisión produce inflación, o traducido, la profecía autocumplida.
¿Y cuál es la mecánica del fenómeno inflacionario?
Pues bien, hagamos una analogía: supongamos que por alguna razón esotérica los grandes inversores, (anche especuladores) coinciden en la idea de que las acciones de por ejemplo “Acindar” bajan en luna llena. ¿Cuál sería el fenómeno? Todos los que poseen acciones de esa empresa, venderán el día previo a la luna llena, y como resultado las acciones sufrirán una baja como resultado de la luna llena. De esa manera “los mercados” cuando detectan una alta emisión de billetes por parte del BCRA, “se cubren” aumentando preventivamente los precios en la proporción Emisión/base monetaria, dando como resultado la inflación prevista.
¿Y cuál es la solución?
Está claro que la solución no puede venir de la mano de una herramienta económica, ya que el fenómeno es sociológico retroalimentado, por lo que concluimos, en que sólo un cambio en el “sentido común” tendría efectos reales, y ese sentido común señores, está dictado por los medios concentrados de comunicación, va de suyo que al igual que otros muchos problemas graves del país, están arraigados en ese pantano infecto llamado “sistema de medios” y la solución como casi siempre, está en manos de LA POLÍTICA.
Dani Arce
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