*María es nativa de Río Tercero, ella es una mas de esas buenas personas que abundan en el interior de la Argentina.
María vio como llovían esquirlas cuando un presidente mandó a volar la fábrica para cubrir el robo y la corrupción.
María fue una de las que se salvó por milagro, ante la lluvia de metralla y explosivos… siempre recuerda esa sensación de desamparo y agradecimiento, cuando al ver el pueblo bombardeado no se produjeron decenas o centenares de muertes, fue ella la que dijo con los ojos húmedos “Dios debe tener las manos llenas de esquirlas”
María trabajó mas de dos décadas en Fabricaciones Militares y está convencida de que no le debe nada a ningún gobierno, que todo lo que consiguió fue gracias a su trabajo.
María, como tantos odiaba a la yegua, por soberbia, prepotente y chorra. Porque no había dudas al respecto. Y porque “todo el mundo lo sabe”.
María puso todo ese odio en la urna, junto a su voto. Porque no hacía falta poner esperanza, si en definitiva su bienestar siempre dependió y seguiría dependiendo de su esfuerzo, ella quería algo nuevo, y le gustó esa idea de “juntos”, “si, se puede” y “alegría”.
María estuvo anoche en la puerta de Fabricaciones Militares, angustiada. Intercambiando miradas sombrías con sus compañeros de trabajo, hasta que comenzaron a leer la lista de despedidos con nombre y apellido. Su corazón se aceleraba y sentía que toda su vida pasaba por delante de sus ojos, como si estuviera al borde de la muerte.
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De pronto escuchó su nombre como una sentencia de muerte, “MARÍA GONZALEZ”. Sintió entonces que un grito brotaba de sus entrañas y que no tenía fuerzas para contenerlo. “¡HIJOS DE PUTA!” escuchó salir de su boca, y en ese instante comprendió que en la idea de “juntos”, “si, se puede” y “alegría” ella no estaba comprendida y que aparentemente, no todo dependía de su esfuerzo, aunque jamás asumirá, cuanto depende su calidad de vida, del gobierno de turno.
*El nombre utilizado no es real. Los acontecimientos si.
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