Fueron miles y miles, pero, en medio de esa marea de gente, banderas, bombos, carteles, ellos se destacaban. Apenas un puñadito de nomás de 30 personas, que enarbolaban con mucha dignidad su bandera. Tal vez por eso se destacaban entre la multitud. Más de uno se acercó para ver de cerca lo que decía.
Cuando se dieron cuenta quienes eran, los aplaudieron, los fotografiaron, los respetaron. Son el colectivo “Historias Desobedientes” formado por hijas, hijos y familiares de genocidas, y estuvieron allí para “estar,acompañar, marchar, gritar y que todos vean que quienes estamos aquí no avalamos lo que hicieron nuestros padres o abuelos, que también queremos justicia”
La mayoría de los que estaban allí, rompieron con el mandato familiar, que imponía el silencio. Son los portadores de pesadísimas herencias que los acompañaron gran parte de su vida, y este 24 de marzo por primera vez salieron a la calle a gritar que quieren despegarse del horror inflingido por sus padres y abuelos. Muchos se cambiaron el apellido, pero ellos prefirieron hacerle frente al flagelo de la herencia recibida y remontar la angustia diaria juntándose con sus pares.
https://youtu.be/HbZLzLjFXzw
