La hasta ahora, corrida cambiaria (falta de confianza en la moneda local) , que a lo largo de la misma fue incubando una corrida bancaria (falta de confianza en los bancos) ha llegado a paso gimnástico, a pesar de los esfuerzos del BCRA por maquillarlos, tras un aparente control del sistema cambiario.
Pero la descomunal hemorragia de dólares, producto de la fuga masiva provocada por la desregulación total del mercado financiero, mientras que se articuló una monstruosa bicicleta financiera durante dos años, condujeron a la economía argentina a un embudo que inevitablemente se precipita al default.
“Los Mercados” son un puñado de corporaciones que actúan SIEMPRE en “efecto manada” tanto para volcarse a un mercado como para huir de el. Porque “los últimos siempre pierden”.
Y la precipitación de acontecimientos, HA DESATADO esa temible manada, que azuzada por las declaraciones del CEO de Morgan Stanley que, si argentina establece cualquier tipo de regulación a los mercados, perderá la posibilidad de libar de las mieles del status “Mercado Emergente” que entrará en vigencia en 2019.
Si a esto le sumamos que con diversos subterfugios en los asientos contables, Argentina ya reventó en las mesas de dinero, la totalidad del desembolso inicial del FMI (U$D 15.000.000) más U$D 18.000.000.000 del Fondo de Garantía de sustentabilidad (ANSES) y que La jefa de la Argentina por estos días, Christine Lagarde confirmó que no desembolsará el segundo tramo de U$D 3.000.000.000 “hasta que no se cierre la nueva negociación” el “cierre de ciclo” es un hecho.
Y como frutilla del postre la caída de reservas inevitablemente perforará el piso de U$D 50.000.000.000 el día lunes.
Por todos estos motivos, la semana entrante, sin ser agorero, sino simplemente pragmático, la segunda quincena de septiembre marcará el punto de inflexión, en la que el gobierno argentino, se verá forzado a tirar por la borda el único logro (por llamarlo de alguna manera) de abandonar el pretendido status de “Mercado emergente” o declararse en default.
Todo presagia una semana a todo trapo y un asueto bancario para extender de una vez, el alta de defunción de un plan económico de saqueo y transferencia, que nació muerto y lo mantuvieron de pie a expensas del bienestar de las masas.
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