El 2 de diciembre de 1993 marcó el trágico final de Pablo Escobar Gaviria, líder del letal Cartel de Medellín. Este día, hace 30 años, tres balas acabaron con su vida mientras intentaba escapar por los techos de su refugio, descalzo y rodeado de enemigos.
Pablo Escobar, responsable del 80% del tráfico de cocaína en Colombia, cayó bajo el despliegue armado de la Policía Nacional, “Limón” (Álvaro de Jesús Agudelo), su fiel guardaespaldas, también encontró la muerte.
Considerado uno de los hombres más poderosos y temidos del narcotráfico, Escobar alteró el país, transformó su cultura y economía. Su fuga de La Catedral, la prisión que él mismo diseñó, lo convirtió en un prófugo. Buscado por fuerzas gubernamentales y grupos paramilitares, su caza duró casi 500 días.
El capo, conocido por su excentricidad y crueldad, fue hallado solo y cercado por quienes ansiaban su caída. Su hijo insiste en que se suicidó, pero las versiones del trágico suceso aún dividen opiniones. Las dudas sobre su muerte persisten.
Escobar, icono del narcotráfico internacional, dejó un legado oscuro y lleno de crímenes, siendo uno de los líderes más influyentes hasta el surgimiento de “El Chapo” en México.
La imagen de su cuerpo descalzo, reproducida por todo el mundo, puso fin a una búsqueda de 17 meses, marcando el ocaso de una era llena de violencia y controversia en Colombia.
