Se ha producido un cambio significativo en la política exterior del gobierno argentino, liderado por el Presidente Javier Milei y el ministro de Defensa, Luis Petri. Han optado por adquirir 24 aviones supersónicos F-16 de fabricación estadounidense. Esta decisión marca un punto de inflexión en las relaciones geopolíticas de Argentina, desestimando un acuerdo con China y otros competidores.
La adquisición de estos aviones F-16 implica un cambio estratégico importante. Dejar de lado a China, que había buscado un acuerdo de alto valor militar con Argentina. Esta nueva dirección de la política exterior argentina prioriza el alineamiento con Estados Unidos, abriendo una nueva etapa en la diplomacia del país.
A pesar de la decisión ya tomada por el gobierno argentino, los detalles técnicos y el acuerdo con Estados Unidos y Dinamarca están en proceso de definición. La compra se planifica con un financiamiento a largo plazo, considerando las limitaciones actuales en las arcas estatales para un desembolso único.
El obstáculo del veto británico, que anteriormente limitaba la venta de aviones con componentes del Reino Unido a Argentina, se ha resuelto al optar por adquirir las aeronaves sin esos repuestos, asegurando una compra sin restricciones.
Los aviones F-16, altamente avanzados y reconocidos por su capacidad táctica y tecnología supersonica, se destacan por su agilidad y velocidad. Estos aviones son un paso adelante en la modernización de la flota de la Fuerza Aérea Argentina.
La decisión de adquirir los aviones F-16 implica una alineación diplomática más cercana con Estados Unidos e Israel, marcando un giro en la política exterior argentina en asuntos de defensa y seguridad.
La elección de estos aviones refleja un cambio estratégico importante para Argentina en materia de defensa y relaciones internacionales, estableciendo un nuevo rumbo en el contexto geopolítico actual.
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