En los últimos días, la región de Baluchistán ha sido testigo de una escalada de tensiones entre Irán y Pakistán, protagonizada por ataques aéreos y bombardeos. El conflicto tiene como telón de fondo la lucha contra grupos separatistas y militantes. Buscan la independencia de Baluchistán, una región montañosa y árida. Esta se extiende por ambos lados de la frontera entre ambos países.
El martes, las fuerzas iraníes llevaron a cabo un ataque aéreo en la ciudad fronteriza paquistaní de Panjgur, apuntando al grupo militante “Jaish al-Adl”. Teherán acusa a esta milicia de estar detrás de varios atentados en su territorio, tanto contra civiles como militares. Jaysh al-Adl es una organización separatista que aboga por la independencia de Baluchistán y ha sido designada como organización terrorista por Irán.
En respuesta al ataque iraní, el Ejército pakistaní llevó a cabo bombardeos en un pueblo iraní cercano a Sarawan, apuntando al “Frente de Liberación de Baluchistán” (BLF). Islamabad justificó su acción, alegando la existencia de información creíble sobre actividades terroristas inminentes por parte de BLF. Este grupo también aboga por la independencia de Baluchistán y ha sido señalado como una amenaza por las autoridades
pakistaníes.
Baluchistán, una región rica en recursos naturales como oro, diamantes, plata y cobre, pero al mismo tiempo una de las más pobres en términos de población, ha sido escenario de décadas de represión violenta por parte de ambos países. Tanto Irán como Pakistán han reprimido con dureza los intentos de autonomía o independencia, considerándolos amenazas a la integridad de sus territorios.
La región ya ha experimentado diversos levantamientos que resultaron en represión sangrienta. Sin embargo, las relaciones entre Irán y Pakistán no están exentas de tensiones. Irán, involucrado en varios conflictos en Oriente Medio, busca controlar a grupos separatistas en su frontera. Por otro lado, Pakistán, próximo a elecciones y con tensiones con India y Afganistán, enfrenta desafíos en su política exterior.
A pesar de la actual escalada, una confrontación sostenida no parece beneficiar a ninguno de los dos países, especialmente considerando sus contextos internos y regionales. La situación merece una atención cuidadosa, ya que las repercusiones podrían extenderse más allá de las fronteras de Baluchistán.