El presidente Milei tomó la decisión de destituir al ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, atribuyéndole la responsabilidad de filtraciones perjudiciales para el gobierno.Ya se había informado sobre los roces entre Ferraro y Nicolás Posse, quien ahora se adueña de la mitad de la cartera.
La renuncia de Ferraro resulta en la desaparición del ministerio de Infraestructura, que se transformará en una secretaría. Además, todo su gabinete se integrará al área del ministro de Economía, Luis Caputo, consolidándose como un superministro. Nicolás Posse, jefe de Gabinete, asume un papel protagónico al absorber todos los organismos descentralizados y las empresas estatales que ya controlaba a través de la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado.
La campaña de Ferraro, encargado de la fiscalización de La Libertad Avanza, estuvo marcada por tensiones con Posse, quien ejercía una intervención efectiva en su cartera. La decisión de Milei llega en un momento crítico, coincidiendo con filtraciones y la controversia en torno a la ley ómnibus, especialmente el escándalo del dictamen blue.
Las filtraciones que llevaron a la salida de Ferraro incluyeron conflictos con China, liderados por la canciller Diana Mondino, y una ofensiva contra los gobernadores, orquestada por Milei y ejecutada por Santiago Bausili, presidente del Banco Central. Además, Milei expresó su molestia con los gobernadores que resisten partes esenciales de su ley ómnibus.
La destitución de Ferraro podría no ser la única, ya que durante la jornada se rumoreó sobre la posible renuncia del ministro del Interior, Guillermo Francos. Las tensiones en el Gabinete se extienden también al secretario de Medios, Eduardo Serenellini, quien enfrenta sospechas de filtraciones y disputas internas.
En este contexto, la administración de Milei enfrenta desafíos internos significativos, marcados por cambios de gabinete, filtraciones y tensiones con gobernadores, amenazando la viabilidad de la ley ómnibus.