En el complejo entramado político argentino, la llegada de Daniel Scioli al gobierno de Javier Milei ha desencadenado una serie de reacciones en el seno del PRO, liderado por Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
El PRO aspiraba a ocupar el Ministerio del Interior en el gobierno de Milei con Diego Santilli, pero ven sus posibilidades reducidas con la incorporación de Daniel Scioli. El exgobernador bonaerense se convierte así en un obstáculo para aquellos que esperaban avanzar en la Administración Milei.
Guillermo Francos ya asumió medio renunciado. Tiene la esperanza que la genuflexión en el programa de Fantino le de otro aire. Sabe que al presidente le encanta ese tipo de actitudes públicas.
Daniel Scioli, aunque acarrea críticas por su pasado peronista y su cercanía a los Kirchner, demuestra ser un superviviente político con más de 30 años en la escena argentina. Su regreso desde Brasil y su nombramiento en el gobierno Milei no hacen más que reafirmar su capacidad para adaptarse y mantenerse en la palestra política.
La presión de Patricia Bullrich por una expansión en su presencia dentro del gobierno de Milei se encuentra con un límite en la figura de Scioli. Este movimiento envía un claro mensaje a la ministra de Defensa, marcando un hito en la relación entre el PRO y el gobierno actual.
Las intrigas palaciegas están a la orden del día. Al no existir una conducción firme, las diferentes facciones se encuentran abocadas más que a la gestión, a una lucha encarnizada por hacerse del mayor poder posible dentro del gobierno. Difícilmente esta contienda beneficie al pueblo argentino. Qué sorpresa.