La relación entre los gobernadores y Javier Milei se desgasta cada vez más, y las consecuencias podrían ser devastadoras. Después de una serie de promesas incumplidas y cambios de rumbo repentinos, los mandatarios provinciales están hablando de traición y preparándose para una posible rebelión.
Milei, conocido por sus giros inesperados, ha vuelto a desconcertar a los gobernadores al no cumplir con acuerdos previamente establecidos. El último episodio involucra la transferencia de fondos nacionales para subsidiar programas provinciales, una promesa que ahora parece haber sido olvidada.
Los mandatarios provinciales, especialmente aquellos alineados con Juntos por el Cambio, expresan su frustración por este incumplimiento. Han financiado programas esenciales con recursos propios, confiando en que el gobierno nacional cumpliría su parte del trato. Sin embargo, se sienten traicionados y temen las consecuencias para sus servicios públicos.
La situación se complica aún más con la llegada inminente de conflictos sociales y financieros. Los gobernadores están luchando por mantener la estabilidad en sus provincias, pero la falta de apoyo del gobierno nacional los pone en una posición precaria.
Mientras tanto, en el Congreso se avecina una posible revancha. Sin una mayoría sólida, el gobierno podría enfrentarse a desafíos legislativos importantes en temas como las jubilaciones, lo que podría intensificar aún más la tensión entre el gobierno central y las provincias.
La incertidumbre reina en el horizonte político argentino, y los gobernadores están preparados para cualquier eventualidad. La lealtad se tambalea y las alianzas cambian rápidamente, dejando a todos preguntándose qué depara el futuro para el país.