Taylor Swift, la icónica cantante pop, se encuentra en el centro de una serie de narrativas extravagantes. La vinculan con una supuesta “operación psicológica” para influir en las elecciones presidenciales y hasta manipular los resultados del Super Bowl. ¿Puede una estrella del pop tener tanto poder?
En un contexto político cada vez más polarizado, el potencial respaldo de Swift a la campaña de Joe Biden ha provocado reacciones acaloradas. Especialmente entre los partidarios de la extrema derecha y el movimiento MAGA. Algunos van más allá, tejiendo teorías delirantes sobre su supuesto papel en una operación encubierta para impulsar la “agenda progresista”.
Desde ser considerada como un “activo del Pentágono” hasta ser acusada de manipular los resultados del Super Bowl a favor de Biden, las teorías conspirativas en torno a Swift están en pleno auge. ¿Pero hasta qué punto estas narrativas tienen algún fundamento?
Más allá de la controversia política, Swift se ha convertido en un símbolo cultural de gran influencia en la sociedad estadounidense. Su potencial respaldo político es visto como un arma de doble filo: puede atraer a votantes jóvenes, pero también alienar a otros sectores de la población.
En un momento en que las celebridades están siendo cada vez más activas en la política, el papel de Swift en este escenario plantea preguntas interesantes sobre el poder de la cultura pop en la esfera pública. ¿Puede una estrella del pop realmente influir en los resultados electorales? Y si es así, ¿hasta qué punto deberíamos preocuparnos?
