La catastrófica derrota sufrida por el presidente Milei, quien asumió con ínfulas refundacionales y a menos de 60 días de su asunción, se estrelló contra la dura muralla de la realidad de un sistema republicano, que fué concebido y así está plasmado en su carta magna, para que los rumbos de la república sean regidos por los acuerdos y controles cruzados de poder, cancelando cualquier intento mesiánico de gobierno.
Pero su lectura de la derrota no pareciera ser la esperable, ya que desde Israel, país al que viajó por motivos religiosos y personales confesos, estalló en cólera en las redes sociales, insultando y amenazando a políticos, periodistas, y cualquier ciudadano que haya osado a oponerse a su visión mesianica (el mismo declaró en un reportaje que junto a su hermana eran Moisés y Aarón).
Desde el día de su asunción, en el que habló a un pequeño núcleo de seguidores fanáticos de espaldas al congreso, al que no se dignó a dirigir una sola palabra, mostró su perfil totalitario, que hizo eclosión con la caída del rimbombante proyecto llamado “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”.
Lo que puede venir es una incógnita, no obstante preocupa la vertiginosa pérdida de popularidad y poder, cómo consecuencia de su arrogancia y desconocimiento del funcionamiento republicano con su maltrecha división de poderes, ya que su reacción violenta y primal fue “gobernaré sin el congreso”. Esta frase encierra demasiadas incógnitas para un país que tiene una triste historia en lo que a supresión del congreso refiere.