El constante avance tecnológico ha suscitado un enérgico debate sobre las herramientas de aprendizaje para niños. ¿Son mejores los libros o las computadoras? Esta interrogante no solo plantea cuestiones educativas, sino que también refleja la influencia de la pobreza en el éxito escolar.
Los estudios sobre el impacto del material digital en el aprendizaje infantil arrojan resultados contradictorios. En un estudio realizado en escuelas primarias de Honduras, la sustitución de libros de texto por computadoras portátiles no mostró mejoras significativas en el aprendizaje de los estudiantes. Esto evidencia la falta de consenso científico sobre la efectividad de los dispositivos digitales versus el material impreso en la educación de los niños.
La neurociencia juega un papel crucial en esta discusión al revelar la plasticidad del cerebro durante la infancia. La exposición a entornos de aprendizaje enriquecidos durante esta etapa moldea físicamente el cerebro y afecta el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida. Sin embargo, la pobreza limita el acceso a estas herramientas, lo que perpetúa la disparidad educativa. Durante la pandemia de COVID-19, la falta de acceso adecuado a libros y computadoras en hogares de zonas desfavorecidas exacerbó este problema y afectó el rendimiento académico de muchos niños.
En resumen, la educación infantil debe incorporar una variedad de herramientas de aprendizaje, tanto digitales como físicas, para proporcionar experiencias educativas ricas y equitativas. Si bien la tecnología digital ofrece beneficios en el desarrollo cognitivo y académico de los niños, también plantea desafíos, especialmente en entornos socioeconómicamente desfavorecidos. La lucha contra la pobreza y la mejora del acceso a herramientas educativas son fundamentales para abordar las disparidades en el aprendizaje infantil a nivel mundial.