Haití se encuentra en medio de una crisis. Pandillas armadas irrumpieron en dos de sus mayores prisiones, desencadenando una fuga masiva de reclusos. La situación ha llevado al gobierno a declarar un estado de emergencia de 72 horas.
Según informes, los disturbios se desataron en la capital, Puerto Príncipe, y en Croix-des-Bouquets, donde las pandillas tomaron el control de las instalaciones carcelarias. Se estima que la mayoría de los 4.000 reclusos de la Penitenciaría Nacional de Haití lograron escapar durante los incidentes.
El gobierno, encabezado temporalmente por el Ministro de Finanzas Patrick Boisvert en ausencia del Primer Ministro Ariel Henry, ha impuesto un toque de queda nocturno y ha instado a la policía a tomar medidas inmediatas para recapturar a los fugitivos y restaurar la calma en el país.
La ONU ha expresado su preocupación por la situación, señalando que la presencia gubernamental en Haití continúa debilitándose, mientras que la violencia de las pandillas sigue siendo una amenaza constante para la seguridad y la estabilidad del país.
En medio de la crisis, la Embajada de los Estados Unidos en Haití ha emitido una alerta de seguridad, instando a los ciudadanos estadounidenses a abandonar el país lo antes posible y advirtiendo sobre posibles interrupciones en las operaciones debido a la violencia en las calles y sus efectos en la infraestructura.
El caos en las prisiones haitianas representa un desafío adicional para un país que ya enfrenta una serie de problemas políticos, sociales y económicos. La comunidad internacional sigue de cerca la situación, mientras Haití lucha por encontrar soluciones a sus crecientes desafíos.