En el marco del Día Internacional de la Mujer, un acto de brutalidad policial ha vuelto a poner de relieve las preocupantes prácticas de las fuerzas de seguridad bajo el gobierno de Milei. Un oficial, negándose a identificarse, roció gas pimienta en los ojos de una mujer embarazada en un tren. Este incidente, lejos de ser aislado, refleja una metodología fascista que parece permear las acciones de las autoridades.
La víctima, identificada como Ivana Ayelén, se vio envuelta en esta situación traumática mientras viajaba en compañía de Tomás, un vendedor ambulante. Cuando Tomás intentó abordar el tren y se le exigió pagar el boleto, recurrió a Ivana para usar su tarjeta SUBE y pagar. A pesar de ello, los policías no creyeron que había pagado y detuvieron el tren, sometiéndolos a un interrogatorio injustificado.
Mientras Ivana luchaba por abrir los ojos debido al gas pimienta que le arrojó el policía, el oficial responsable de este acto de violencia hacía llamadas pidiendo ayuda, mostrando una clara falta de control sobre la situación que él mismo había provocado.
La respuesta solidaria de varias mujeres que salieron en defensa de Ivana destaca la indignación generalizada ante este abuso policial flagrante. Es evidente que la pasajera fue víctima de una agresión injustificada por parte de un agente abusador que se negó a identificarse, actuando en total impunidad.
Este lamentable incidente sirve como recordatorio urgente de la necesidad de abordar las prácticas autoritarias y represivas dentro de las fuerzas de seguridad avaladas por el Presidente de la Nación y su Ministra de Seguridad. No podemos permitir que la brutalidad policial y la falta de rendición de cuentas se conviertan en la norma en nuestra sociedad.
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