Es muy llamativo observar cómo todo ese sector de clase media cuentapropista que votó a Cambiemos no comprende todavía que el modelo macrista 1) toma decisiones hechas a la medida de los intereses de agroexportadores millonarios, 2) que esos tipos viven del dólar extranjero, jamás del consumo local, y 3) que esas medidas perjudican al consumo local y por ende el bolsillo de todo aquel cuya actividad profesional o comercial dependa del consumo de otro argentino.
Por eso es que frente a la caída en picada de las ventas, asistimos a una triste e inútil oleada de remodelación de locales, cambios de vidrieras, intentos de acoplar nuevos rubros, articulada siempre con ese ejército de pizarras gritando desesperadamente “SALE”, “50% OFF” y otras tantas cosas escritas en inglés a ciudadanos que hablan en castellano y no tienen un mango.
Aún creen que el problema está en ellos, no en el gobierno al cual votaron. Y al ignorar el propósito del modelo y su cadena de causas y efectos, creen que esta trágica realidad cambiará mágicamente por “darle tiempo”.
No caen en que el problema no radica en la estética o el ingenio con la que sus negocios hoy OFERTAN sus productos, sino en la capacidad de DEMANDA de sus clientes, que ha sido diezmada más de un “50% OFF” por las medidas de Cambiemos.
No se dan cuenta de que este modelo termina en que TODOS quieren venderle ALGO a todos, pero NADIE puede comprarle NADA a nadie.
Lo más triste es que para salvarse del cierre, apuestan como último salvavidas a una medida del gobierno anterior: el “Ahora 12”, un SUBSIDIO al interés de las tarjetas de crédito para que sus negocios tuvieran más ventas.
Vaya paradoja: cacerolearon para matar a los subsidios “populistas” y hoy sus negocios no mueren gracias a que un subsidio de Cristina los mantiene con vida, mientras son despedazados con la espada de ese verdugo anti subsidios al cual votaron.
Lucrecia Arremolina
