ODA A @CFKArgentina [CRISTINA Y EL MAR] – POR MARÍA PREELOKER | Sin Censura

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Toda la mística y el amor de siempre: las columnas de pibes, preciosos, caminando siete kilómetros desde Puente Pueyrredón, obedientes, con sus banderas enormes, celestes y blancas. Los matrimonios, las familias, la gente común, los que estamos siempre enamorados y leales de Cristina.
El espectáculo de siempre: una cancha que revienta, miles y miles convocados, de manera orgánica e inorgánica. Y el escenario en el medio, eso así de fuerte.

Y entró puntalmente ella, la única oradora, la figura política del siglo, la exdiputada, la exsenadora, la exprimera dama, la expresidenta por dos veces. A un escenario que estaba en el medio. Cristina sola, en el medio de un mar de gente. Todos la vemos hermosa, radiante, carismática. Con calzas, con un sueter. Con ese pelo del que oí horas y horas criticar a Felman y a Jorge Asís, dos tilingos que discutían respecto de su tintura y de si ese largo era natural o implantado: la melena roja, desafiante como toda ella, brillando como el sol.

Cristina, ese fenómeno, esa flor de hembra, ahí.

A mí me quedó clarísimo, y por eso se me humedecían los anteojos: Cristina, sola, ahí en el medio de tanta gente que le pide milagros como si ella fuera una especie de superpoderosa. Y nadie en el medio.

Ya no está rodeada de traidores. Está rodeada de su pueblo. Que va a ir hacia donde ella indique con el dedo, eh. Porque sigue ostentando el liderazgo político de la Argentina. Ella habla y se para el país y todos, los propios, los ajenos, y los propios que se venden a los ajenos, todos miran a ver lo que hace.

Cristina sin partido político, anuncia: los partidos políticos no van más. La gente tiene muchos problemas, dice. Eso dice. La palabra PROBLEMAS. La gente tiene la vida DESORGANIZADA. Y nosotros, los animales políticos, que esperamos línea y picado fino, nos encontramos con esas palabras binarias, sencillas, rudimentarias. Habla un ratito, agita una banderita, nos hace llorar durante media hora, y se va. Y eso es todo. Me quedo con el sentimiento de que, quizás, no me decepciona. Digo todo el tiempo que no nos tenemos que gastar el único as de espadas que tenemos, en esta elección.

Me parece que Cristina nos está pariendo. Y nosotros que no queremos saber nada.

Vamos a tener que hacer política, che, y vamos a tener que salir a pelear para ganarle el neoliberalismo. Imaginate la de cosas que van a decir de ella si se llega a presentar. Y no me vengan con ese cantito de mierda, no ya el vamos a volver (entiéndanlo, no vamos a volver, no hay un nosotros, ni a dónde volver, ese país que dejó Cristina no existe más), sino ese cantito falluto: si la tocan a Cristina, qué kilombo se va a armar. Ya la acusaron de asesina, a su madre y a sus hijos de ladrones, a la cuñada de corrupta, casi rompen una casa en donde ella estaba cenando sin custodia ni varones ni nada, le embargaron el sueldo, entraron a la tumba del marido. Y ningún gallito milenium que canta en las marchas hizo acto esa promesa. O sea: Cristina, hermosa from heaven (como el título de la canción de Dante Spinetta), está sola, en el medio de su pueblo. Y no hay cerco ni red ni nada alrededor.
A laburar, muchachxs.

(Por María Preeloker de “Sin miedo”)