Sus permanentes gestos de congruencia entre su ser, su decir y su hacer, son los que lo transforman en un personaje querible y querido por cristianos, ateos, agnósticos y demás fauna y flora religiosa.
En su visita a Chile y en medio de uno de los numerosos traslados en su despojado “Papamovil”, un caballo pegó una espantada repentina derribando al Carabinero que lo montaba, que cayó de manera muy brusca contra el asfalto.
Ante este incidente, el Papa ordenó que detuvieran la caravana causando un revuelo de la guardia de seguridad, que lo vio bajarse y acercarse a la persona accidentada en una clara muestra de humanidad.
Aplaudimos este gesto tan noble y humano, que dignifica no solo a quienes representa como religioso, sino a toda persona que cree en esos grandes valores tan desprestigiados por miserables para quienes la palabra es un cheque sin fondo para pagarle a gente de buena fe.
https://youtu.be/5XfOboKVld8
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