La realidad de María Esther, de Oberá, en Misiones, duele. Se da de bruces con el relato del régimen que todos los días por la tele nos quiere convencer de que va todo maravilloso, que la culpa es del gobierno anterior, de los inversionistas extranjeros que no vienen por culpa de los sindicalistas mafiosos, el clima o la crisis extranjera.
Esta es la cruda realidad, la de María Esther, que probablemente nunca antes oyó hablar de la “Meritocracia” que tanto les gusta a los odiadores seriales. Ella sólo sabe de sacrificios y angustia. Está separada por fin, luego de soportar años y años de un esposo violento y alcohólico. Se quedó sola, con 10 hijos, cuyas edades van desde los 19 años a un bebé de un año y medio.
Cobra una pensión de madre de 7 hijos, cuyo monto apenas supera los $4.000. Es todo. Los dos más grandes, de 19 y 17 años hacen changas por su cuenta, para sus gastos. El resto está en casa, colaborando entre ellos mientras la mamá hace empanadas para poder parar la olla. Nunca alcanza. Intenta comprar al por mayor porotos y lentejas, pero no alcanza. Todos iban a almorzar a un comedor comunitario, pero cerró.
La casa es muy pequeña, pero está muy limpia y ordenada, y allí es donde María Esther tendrá que sortear qué niño irá a clases este año. Porque para todos no alcanza.
“No sé a quien mandar porque de los escolares, debo sortear quien va a la escuela este año, porque no me alcanza y ellos quieren estudiar. Cobro y compro mercadería del mes, pago luz y agua y ya no queda para ropa, calzados y eso, ni hablar de pagar la inscripción”, dijo la humilde mujer que habita en calle 2 del Barrio Norte de Oberá.
Iban el de 8, la de 6, la de 5… ahora debería arrancar el de 4, pero como están las cosas, es imposible. Los demás terminaron la primaria, pero es impensable que arranquen en la secundaria. Y el de año y medio pide leche, que al precio de hoy es prohibitiva para esta mamá desesperada.
#Cambiamos la “y” por la “o” No podemos hacer “esto Y lo otro” ahora “hacemos esto O lo otro”
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