Una jubilada se acercó hasta las oficinas de Metrogas en Caseros.
Su objetivo era descargar su furia e impotencia ante el incremento de su factura, que de $400 pasó a $4.000.
Explotó ante un empleado, que obviamente poco y nada podía hacer. La señora dijo muy claro quien era el responsable y también cual era la solución.
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