Estudié odontologia en la ciudad de Corrientes. La preocupación de los estudiantes es la búsqueda constante de pacientes.
Me recuerdo caminando barrios carenciados en busca de algún valiente que quiera atenderse con un alumno.
Tuve suerte, conocí a una familia muy numerosa, tan humilde como maravillosa.
Un matrimonio con 7 hijos pequeños, todo un parque temático para una estudiante de odonto, y así fue que me acompañaron en todas las materias prácticas que me quedaban en el último año.
El padre había improvisado a fuerza de voluntad un taller mecánico de patio en una casa de alquiler. La madre, ama de casa.
Me encariñé con ellos y creo que fue mutuo.
El tiempo y las vueltas de la vida nos llevaron a perder contacto. Cuando me recibí dejé Corrientes para volver a Formosa . Al poco tiempo me mudé a Capital.
Hace unos meses una de las hijas me contactó por Facebook. El padre sigue siendo mecánico pero ya no usa el patio de aquella casa alquilada. A fines de 2010 compraron su casa y armó ahí su propio taller.
Haberme reencontrado, aunque más no fuera por Facebook, tocó algunas de mis fibras más íntimas. La nostalgia se hizo carne y los vientos trajeron mis sensaciones de entonces.
Tanto tiempo, tantos cambios. La vida, como un huracán.
Las hijas mayores pudieron estudiar, una es profesora de Historia y la otra periodista
En algún punto supongo que esa familia me ha servido de espejo. Con diferencias y puntos de contacto, vivimos etapas parecidas. Tuve la necesidad de contarle que también mi destino había cambiado en la década kichnerista, pero no me animé.
Siempre me pregunté si ellos saben que sus logros no han sido solo por el esfuerzo que han hecho. No hay esfuerzo que valga si el estado no te acompaña.
El Kirchnerismo ha ayudado a cambiar la vida de muchas familias, algunas prefieren creer que fue puro esfuerzo y mérito individual pero somos muchos los que tenemos memoria.
Candela Verón