Nestor Penovi, el primer argentino expulsado del mundial de Rusia por misógino, abusador, y sobre todo por imbécil, regresó ayer al país, y en el aeropuerto, al ser abordado por los periodistas, se mostró “arrepentido”, y admitió que se equivocó y bla bla bla.
Pero, al parecer, cuando enfrió la cabeza, estuvo unas horas en su casa y tomó real dimensión de la repercusión de su accionar deplorable, tomó otra actitud.
Y escribió en las redes sociales victimizándose, con la típica actitud de culpar a otros la consecuencia de su detestable conducta.
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