Los Estados Unidos han recurrido a su principal rival geopolítico, China, en un llamado desesperado para detener los ataques en el Mar Rojo. Sin embargo, la respuesta de Beijing ha sido tajante, vinculando la tensión en la región a conflictos como el de Gaza, que según ellos debe ser resuelto de inmediato. Además, China destaca que el Consejo de Seguridad de la ONU nunca autorizó el uso de la fuerza contra Yemen por parte de cualquier país.
La estrategia de Estados Unidos busca hacer económicamente insostenible la situación en el Mar Rojo, con la esperanza de que la diplomacia china intervenga para aliviar el conflicto. Sin embargo, este enfoque omite considerar la grave situación en Gaza y los ataques en curso en Yemen, Siria, Líbano, Irak e Irán.
La estrategia estadounidense enfrenta obstáculos significativos. Por un lado, los barcos chinos y rusos cuentan con el permiso de los yemeníes para atravesar el Mar Rojo. Además, la reticencia del presidente chino, Xi Jinping, a rescatar a Occidente, teniendo en cuenta la percepción de China como enemigo por parte de Estados Unidos, plantea interrogantes sobre la viabilidad de esta solicitud de ayuda.
Estos acontecimientos subrayan la complejidad de las relaciones internacionales y la dificultad de lograr consensos en medio de tensiones geopolíticas. Mientras tanto, las críticas hacia los líderes occidentales no se hacen esperar, con señalamientos de incompetencia y corrupción. La situación, además de ser seria, revela la precaria situación de liderazgo a nivel global y sus consecuencias potencialmente peligrosas.