Transener en crisis: el superávit mentiroso | Sin Censura – Periodismo independiente

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En el corazón de la red eléctrica argentina, Transener se encuentra en una crisis silenciosa pero impactante y sacude los cimientos del sector energético del país. La reciente revelación de Transener, la principal transportadora de energía eléctrica de Argentina está en inminente riesgo de quiebra. Esto puso de manifiesto una serie de preocupaciones que van más allá de las finanzas corporativas y penetran en el tejido mismo de la economía nacional.

En el epicentro de esta crisis se encuentra el controvertido superávit anunciado por el Ministro de Economía, Toto Caputo, en enero pasado. Un logro aparentemente histórico que ahora se tambalea bajo el peso de las deudas impagas y las decisiones políticas cuestionables. Se ha revelado que el gobierno ha frenado los fondos destinados pagos para garantizar este superávit, dejando a Transener al borde del abismo financiero.

Propiedad de Pampa Energía, liderada por Marcelo Mindlin en sociedad con el Estado Nacional, Transener desempeña un papel crucial en la infraestructura energética de Argentina. Sin embargo, las tensiones financieras y la incertidumbre en torno a los pagos de subsidios han expuesto la fragilidad de su posición. La empresa ha revelado que se le adeudan más de 11 mil millones de pesos, una cifra alarmante que amenaza con desencadenar una cadena de eventos devastadores.

En el centro de esta crisis se encuentra Cammesa, la mayorista encargada de administrar los pagos en el sector eléctrico. Desde la asunción de Milei, la empresa ha enfrentado una crisis sin precedentes, agravada por la falta de recursos y la incertidumbre sobre los pagos futuros. La reciente destitución de la mayoría de los gerentes por parte del Secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, ha profundizado aún más la crisis.

La falta de recursos en Cammesa ha llevado a un retraso significativo en los pagos a Transener y otras empresas del sector. Este retraso no solo amenaza la viabilidad financiera de estas empresas, sino que también pone en peligro proyectos clave, como la reversión del gasoducto norte, financiado parcialmente por la Confederación Andina de Fomento (CAF). Sin los fondos provenientes de Cammesa, estos proyectos enfrentan un futuro incierto.

Además de las implicaciones financieras, esta crisis también arroja luz sobre las prácticas contables cuestionables que han contribuido al supuesto superávit. Se ha revelado que el gobierno ha utilizado artimañas y dibujos contables para inflar artificialmente los resultados fiscales, comprometiendo la estabilidad financiera a largo plazo.

En última instancia, la crisis de Transener y Cammesa va más allá de las preocupaciones financieras y económicas. Refleja una profunda crisis de liderazgo y gobernanza en el sector energético argentino, que requiere una acción urgente y coordinada para evitar consecuencias catastróficas. El futuro energético del país pende de un hilo, y es hora de abordar estas preocupaciones con la seriedad y la determinación que merecen.