En medio del inmenso océano Pacífico se esconde algo que parece de otro planeta: una isla compuesta de desechos plásticos. Fue descubierta en 1997 por el oceanógrafo estadounidense Charles Moore. Esta masa de basura ha llamado la atención de todo el mundo por sus efectos negativos en el medio ambiente y su tamaño impresionante. Con una extensión de alrededor de 1.6 millones de km² (sí, ¡tres veces mayor que Francia!) y aproximadamente 80,000 toneladas de plástico, resulta alarmante lo que nos muestra sobre la contaminación del mar y el deterioro de los hábitats oceánicos.
El problema se extiende por el mundo
Esta “isla” en el Pacífico no es un caso único. En realidad, hay otras islas de desechos repartidas por el planeta, cada una descubierta en diferentes momentos. En el Atlántico Norte se identificó una similar en 2009. Luego, en el océano Índico se encontró otra en 2010. Apenas un año después, en 2011, salió a la luz la isla del Pacífico Sur, y en 2017 apareció la del Atlántico Sur. Según explicó un informe de la BBC, todo esto ocurre por la acumulación de plásticos impulsada por las corrientes marinas y remolinos oceánicos (explicación técnica de cómo se concentran los residuos).
Este repunte de islas basura por todo el globo deja en evidencia la envergadura del problema. Cada acumulación supone una amenaza directa para la fauna marina y para aquellos ecosistemas que dependen del océano para poder vivir.
La mezcla tóxica y sus consecuencias
Un examen minucioso de la isla del Pacífico muestra que el 99.9% de los restos son plásticos. Sorprendentemente, buena parte de ese plástico data de las décadas de los 80 y los 90, lo que demuestra cuánto tiempo llevamos dejando huella (y una herencia no tan bonita) en el mar. Además, se calcula que el 46% de este material está formado por redes de pesca descartadas o perdidas.
Aún más preocupante es el hecho de que más del 75% del plástico se presenta en trozos mayores de 5 cm. Esto no solo hace imposible caminar sobre ellos, sino que, en cierto modo, permiten que se forme un ecosistema nuevo (aunque este “hogar” emergente no compensa el daño que sufren las especies marinas al consumir estos materiales peligrosos).
El impacto ambiental y la urgencia de actuar
Las islas de plástico suponen un riesgo inminente para los animales marinos, que a menudo confunden estos residuos con alimento. Conforme estas islas crecen a un ritmo que, en ocasiones, supera el territorio de algunos países, se hace indispensable tomar cartas en el asunto sin demora.
Es imprescindible implementar medidas efectivas para frenar la entrada constante de plásticos al mar y para limpiar el desastre que ya tenemos. Las acciones han de ser rápidas y coordinadas a nivel internacional (acorde a lo que demandan muchos expertos) para frenar este problema antes de que se vuelva irreversible.
Lo que estamos viviendo nos invita a reflexionar sobre la huella que dejamos en el planeta y a ponernos las pilas para cuidar nuestros océanos. Mientras estas islas siguen expandiéndose silenciosamente bajo las olas, es el momento de actuar y cambiar el rumbo hacia un futuro más limpio y sostenible para el mar y todos aquellos que dependen de él.