Lejos de intentar cualquier mirada fatalista sobre el devenir decadente de la Argentina en este último año, se puede observar sin necesidad de agudizar la vista, que hay un marcado y creciente descontento social, respecto no solamente de la pésima gestión del gobierno, sino que empieza a hacer mella la infinidad de actos de corrupción que no solo salpican al gobierno, sino que lo tienen como protagonista central de los actos de corrupción mas resonantes del planeta en el siglo 21.
Estamos ante un novedoso y dramático desafío al sentido común, que nos indica que cuando alguien se manda un moco, lo aconsejable es hacer buena letra, para que la buena acción ponga un manto de piedad sobre el desatino; Macri y los suyos han implementado una innovación que consiste en tapar cualquier desastre provocado por su ineptitud o interés ruin, con otro desastre de mayor envergadora, hasta llegar al paroxismo del caso del #ChoreoArgentino.
Así las cosas la irritación social, alcanzó su primer cenit no impulsado solamente por “el golpe al bolsillo” sino que tuvo mayor relevancia aún el bochorno internacional del #ChoreoArgentino, lo que generó una ola de repudios que alarmó al gobierno, por lo que convirtió a La Quinta de Olivos que es desde donde el presidente ejerce actualmente sin molestarse en pasar por Casa Rosada, en un bunker rodeado de fuerzas de seguridad.
Este despliegue fue un fallido mas, ya que la improvisada convocatoria a repudiar al presidente tuvo una tibia respuesta social. Lo destacable, es que algo huele a podrido en la Argentina y muchos ya hablan de que el hedor proviene de un “cadaver político” que de fracasar en las próximas elecciones legislativas, tiene muy pocas chances de culminar su mandato en tiempo y forma.