Por Daniel Arce – Los dos pilares de la colonia bananera libertaria soñada por Milei, tambalean por la cornisa de la política argentina. Por un lado el DNU ya judicializado en varios de sus puntos medulares, y con la convocatoria en el senado por parte del FdT para su rechazo. en plena cuenta regresiva. Y por otro, el proyecto de ley omnibus, canibalizado con un dictamen traído de los pelos y con denuncias penales por irregularidades manifiestas.
Así las cosas, y 24 horas después de que el presidente en una entrevista, asegurara que no negociaría ningún punto del proyecto, y que el ministro de economía amenazara a los gobernadores, prometiendo ajustes si el proyecto no se aprobaba sin cambios, en una improvisada conferencia de prensa al terminar el día, Toto Caputo anunció que retirarían todo el capítulo fiscal del proyecto de ley (columna vertebral del acuerdo con el FMI) y que los gobernadores recibirían como contrapartida a la aprobación otro ajuste sobre el ajuste ya vigente (extraña zanahoria).
Así las cosas, lo único que le va quedando como herramienta de poder, es el artículo (inconstitucional) que le delegaría el poder monopólico del Estado al presidente, llamado coloquialmente “superpoderes” y con los cuales, según se teoriza, podría restituir todos los artículos de la ley que le fueron cercenados en el proceso de su aprobación.
Pero hay un factor que no se está contemplando, y particularmente en la argentina tiene un peso enorme; y es la presión social a traves de sus movilizaciones masivas, que a lo largo del tiempo ha conseguido torcerle el brazo a los tres poderes del Estado y hasta ahora, tiene puestos sus ojos en el Congreso de la Nación y ante una cesion masiva de jurisdicciónes al poder ejecutivo, toda esa presión apuntaría a la Casa Rosada.
Ante este hipotético escenario debemos preguntarnos, ¿cual es el márgen de maniobra de un gobierna ya desgastado y debilitado por sus torpezas políticas, para desguazar el Estado y ponerle una bandera de remate a cada empresa y reserva de valor del país?
En la argentina, el poder político es mucho más que una entelequia burocrática y está encarnado en una población activa y exigente para con su gobierno, por lo que algo que en términos teóricos podría parecer una bala de plata, puede terminar siendo un Iceberg que haga naufragar a un supuestamente poderoso navío político, que como el Titanic podría naufragar, pero en un océano de Movilización Popular.